¿Qué enfermó a Juanito?

Dice la mamá de Juanito que no, que su hijo no está enfermo. Al contrario, que está muy sano.
Y dice el propio Juanito que no, que cómo pasan a creer, que no le dieron dinero. Dizque su repentina declinaciónfue por pura conciencia.
¿Tú que crees?
Ya en serio. ¿Quien, por qué y cómo...? fue posible que enfermaran al saludable Juanito.
No será fácil saberlo. ¿Por qué? Porque a los señores políticos se les acusa de pillos, mañosos, transas...pero no de tontos.
En política, dice la vieja conseja; “lo que cuesta dinero es barato”.
¿Cuánto vale la delegación Iztapalapa? El dinero público que por la vía del presupuesto se canaliza de manera anual llega a casi 4 mil millones de pesos.
¿Qué tal el 1% de ese presupuesto?
Algunas columnas periodísticas especulan sobre ese monto.
Lo cierto es que hoy, por lo menos hoy, nadie puede demostrar el tipo de herramienta de la que se valió el jefe de gobierno del DF, para conseguir lo que parecía imposible; doblar a Juanito, el que parece que vio al diablo luego de su encuentro con Marcelo.
Pero debemos acudir a otro de los siempre sabios refranes de la política. El que dice: “En política, sólo dos cosas no se pueden esconder; el dinero y lo pendejo”.
Algunos dicen que Juanito ya dio muestras de tener apego a lo segundo. Y si detrás de la repentina enfermedad de Juanito hubo dinero, no pasará mucho tiempo para que el propio Rafael Acosta muestre el color de los billetes. Sobre todo porque ya probó las mieles del poder y, claro, le gusta la buena vida.
Por lo demás, no es ninguna novedad que los políticos suelen comprar --“maicear”, le llaman--, las conciencias de sus adversarios o de quienes se atraviesan en su camino, y que se valen de lo que sea para ello.
¿Y qué es lo que sea?
Muy fácil, las debilidades humanas.
Uno de los más eficaces policías políticos de la historia mexicana reciente es, nada menos, que don Fernando Gutiérrez Barrios.
Cuentan que cuando algún político, gobernante o líder político o social se mostraba renuente a aceptar en forma amable la recomendación o reconvención del poder, “Don Fernando” los llamaba a su oficina en donde los recibía con toda la amabilidad posible.
Luego de hablar del tema en cuestión, mostraba al “rejego” dos pilas de documentos que esperaban sobre su escritorio o en una mesa adjunta.
La primera pila era un abultado expediente sobre todas las transas y manejos truculentos del susodicho, además de gráficas de amoríos o perversiones, si no es que hasta grabaciones de audio --entonce no era común el video--, que comprometían al aludido.
“Piénselo bien”, le decía “Don Fernando” al interfecto, al tiempo que le dejaba pulsar en la diestra la otra pila de papeles. Papeles moneda, claro.
¿Quién resiste --no un cañonazo--, sino la plata o el plomo?
¿Cuánta cola --política, claro--, tiene Juanito, como para que saliera lívido --como si hubiera visto al diablo--, al salir del encuentro con Marcelo Ebrard.
En política, dice otro refrán, “todo tiene precio” y el “todo” se traduce con frecuencia a “todos”. También Juanito.
Lo que pocos saben es que en realidad Juanito fue víctima de dos enfermedades; la del poder; que lo volvió loco, y la de la mafia, que lo paralizó de miedo.
Al final cumplió su sueño. Fue “delegado por un día”, y además se llevó los bolsillos llenos de dinero. ¿O no?
Recuerda que la tuya es LA OTRA OPINIÓN.

Ricardo Alemán, El universal